lunes, 16 de abril de 2007

Esos viajes interminables en metro han provocado en mí ciertos grados de claustrofobia...

Las puertas están abiertas y entra entra entra, gente. El timbre suena y tomo aire para llegar a la otra estación. La señora no para de golpear mi tobillo con el coche.

La música que escucho me calma un poco; permite que recuerde mi viaje a la playa días atrás. Mi seudo tranquilidad es interrumpida por una señora que me empuja muy fuerte. Ya ni siquiera puedo girar la página del libro...sé que todos están tan chatos como yo, eso no me hace sentir mejor.

La gente me agota.

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